GTA de ayer, clásico de hoy
Quizás muchos desconozcan la historia de este auto, fiel exponente de una época en la que de tableros argentinos surgieron diseños que, con el paso del tiempo, se convirtieron en piezas de colección.
Por Estanislao M. Iacona

El Renault Andino GT el día de su presentación, en la firma
Donati Hnos. sobre Av. del Libertador, en Capital Federal.
Durante la década del 60, en la Argentina hubo un gran auge en el diseño y construcción de autos de competición. Los reglamentos admitían la "creación" de vehículos para competir y así nacieron muchos autos que con los años se transformaron en leyenda. El Halcón, de Heriberto Pronello, El Huayra de Horacio Steven, el Trueno naranja y La Garrafa, creación de los hermanos Bellavigna y las famosas Liebres de Oreste Berta son algunos ejemplos de esa gesta.
A la vez, diseñadores y artesanos comenzaron un lento proceso de producción de automóviles Gran Turismo en series limitadas. Las Tuliettas y Tulias de Tulio Crespi, el Dogo 2000 SS (finalmente nunca producido) concebido por Clemar Bucci, el Comahue y el GT que hoy nos convoca: el Andino.
Con apenas 19 años y con la simpleza y sencillez que mantiene hoy día, Luis M. G. Varela diseñó este GTA (Gran Turismo Argentino). Su inspiración fue la legendaria "one off" Giulia Canguro de Alfa Romeo; ello surge a las claras con sólo ver la cola de la tubular Giulia.
En la inocencia propia de su adolescencia, Varela reflexionó que si el auto llevaba mecánica argentina podría lograr el apoyo de alguna de las terminales locales. Desde la concepción del Andino, pensó que el motor del Renault Gordini era el más indicado: ubicados en la parte posterior del auto, motor y caja podrían ser reemplazados muy fácilmente, aun en carrera. Y esto es lo que guarda relación con el proyecto original de destino del auto: el Andino nació como prototipo para una categoría que se denominaría Gran Turismo Argentino. Esta categoría finalmente no prosperó y el Andino debió adaptarse para un uso más doméstico, "de calle".
Con su maletín lleno de dibujos, Varela partió rumbo a Córdoba y en IKA-Renault expuso su proyecto; si bien en la fábrica quedaron conformes con el mismo, no le regalaron ni una arandela cuando él al menos esperaba un motor y una caja para armar el primer auto.
Por intermedio de la gente de Acikar (Comisión de concesionarios IKA que apoyaba a corredores de la marca), se puso en contacto con la gente de Nueve de Julio Automotores S.R.L. (en la ciudad misma de Nueve de Julio), quien a través de su socio Gerente, Roberto B. Lui, encontró en el Andino G.T. algo más que un interesante proyecto.
Lito Cistz fue el encargado del trabajo tanto en aluminio como en fibra y el Andino debe sus formas definitivas a sus artesanales manos.
La primera prueba del auto fue aquella del 25 de agosto de 1968, curiosamente el mismo día que estaba programada la primera carrera de la categoría Gran Turismo Argentino.
En la Capital Federal se comercializó a través de la concesionaria Donatti Hnos., donde se hizo la presentación oficial del auto y en Nueve de Julio, a través de la ya mencionada Nueve de Julio Automotores.
Se calcula que sólo se hicieron 90 autos en dos etapas o series: 1970-1971 (motor 850 CC) y 1976-1978 (motor 1200 CC). La segunda serie fue comercializada en Buenos Aires por Buggy Center, quien decidió cambiar los plásticos traseros que en la serie 1 eran de Torino, por aquellos más grandes del Fiat 125.
El auto tenía líneas agresivas: una trompa de muy bajo perfil y una cola tipo "fast back", de gran avanzada para la época. Los primeros automóviles construídos lo fueron en aluminio (solo 6 o 7) y los restantes en fibra de vidrio. A la vez, los primeros autos tuvieron una luneta de vidrio que acompañaba el "fast back" como ilustran las fotos de la nota efectuada en la revista Corsa (Nº 130), pero en las pruebas efectuadas por Varela, a gran velocidad en curvas, esta increíble luneta se desprendía, y así debió ser reemplazada por el capot, similar (salvando las distancias) al de la Ferrari 250 LM.
El Andino era un modelo único, exclusivo, pero corría con una gran ventaja: todas sus piezas pertenecían al Renault Gordini, y a la vez, habiendo recibido la homologación de IKA-Renault Argentina, tenía garantía de fábrica. El auto sorteó todas las pruebas a las que fue sometido por la gente de IKA. Tras las "palizas" de rigor, sólo se le hicieron dos observaciones: la tapa del tanque de nafta estaba dentro del vano motor (olvidando que el Gordini que fabricó IKA también) y se debía modificar la pedalera, ya que entre el cajón y el guardabarros no quedaba espacio para mover los pies.
El chasis del auto, que fue construído en Nueve de Julio por la firma Spina Hnos. (fabricantes de maquinaria agrícola) era similar a aquel del De Tomaso Vallelunga o Lotus Elan, sobre un eje central con tres cuadernas transversales a este eje larguero. La carrocería era de dos plazas, cerrada y su motor estaba ubicado en la parte trasera de la unidad. Las llantas de titanio aluminio de 5,5 pulgadas de ancho, fueron diseñadas exclusivamente por Ruedas Argentinas y calzaban gomas Goodyear Speedway cinta azul 690x14. Poseía un completísimo tablero que incluía radio y calefacción de fábrica. Como detalle "corsa" podemos citar finalmente un singular limpiaparabrisas pantográfico que se apoyaba sobre un parabrisas envolvente de gran curvatura e inclinación.
Como anécdota final se puede destacar que la matricería original se quemó en un incendio y que construir cada carrocería en plástico llevaba aproximadamente diez días. De neto corte artesanal, este sport corsa es hoy un clásico 100% argentino que, como tantos otros autos de producción nacional "olvidados", ha ido apareciendo para ser restaurado y disfrutado por los amantes de los autos clásicos y sport.